jueves, 15 de febrero de 2018

Aleix Morilla, un jovencísimo Trabajador Social "10", onubense, que cree que el Trabajo Social es mucho más que actuar cuando "algo ha fallado"

Noticia publicada en Huelva Buenas Noticias el pasado 8 de febrero de 2018.
 
Aleix es Graduado en Trabajo Social por la Universidad de Huelva, en la que obtuvo el reconocimiento a la mejor nota de la promoción 2012-2016. Tiene un Máster Oficial en Investigación e Intervención en Trabajo Social, ha recibido la distinción de Alumno 10C+ de la Cátedra CEPSA, ha participado en congresos nacionales e internacionales y colaborado en varios proyectos de investigación social, particularmente a través de la spin-off Eismetods. Actualmente trabaja en la Asociación Huelva Acoge, como coordinador del programa de Protección Internacional, empleo que compagina con otra de sus pasiones, el deporte, siendo también técnico deportivo.

Conocemos mejor a Aleix en la siguiente entrevista:

– Aleix, ¿cuándo recalaste en Huelva?

– A Huelva llegué en el año 2012 para estudiar Trabajo Social, principalmente porque la oferta pública de Córdoba, donde vivía hasta entonces, no ofrecía esta titulación, y por una serie de circunstancias que hicieron que finalmente terminara aquí. Ahora estoy enamorado de esta ciudad y de su gente, Huelva es un lugar acogedor, que me ha aportado cosas maravillosas. Todo pasa por algo.

– Eres técnico deportivo. ¿Dónde te formaste? ¿Qué te animó a ello?
– Me formé en Córdoba, en el I.E.S. López Neyra. Allí cursé el Ciclo de Grado Superior en Animación de Actividades Físicas y Deportivas (TAFAD). Siempre lo concebí más como una afición que como una verdadera salida profesional, aunque muchas de las cosas que aprendí, y sigo aprendiendo, de la práctica deportiva, las traslado a mi profesión, que es el Trabajo Social.
Me gusta el deporte bien entendido, el que transmite buenos valores, como el trabajo en equipo, la solidaridad, la ayuda mutua, la superación… Son valores que trato de aplicar en mi vida, y creo que es lo que el deporte debería transmitir. El deporte tiene un gran valor educativo, permite generar lazos de amistad y hábitos de vida saludables. 
– En la UHU has estudiado Trabajo Social. ¿De dónde te viene esta vocación?
– Creo que en el Trabajo Social la vocación se va descubriendo poco a poco, conforme vas profundizando en esta bonita disciplina. Desde fuera, mucha gente nos sigue relacionando exclusivamente con la intervención que se realiza en contextos y grupos vulnerables, y con la actividad que se realiza desde los Servicios Sociales. Es decir, se nos asocia principalmente al trabajo que se realiza con determinados colectivos: personas con diversidad funcional, inmigrantes, mujeres supervivientes de violencia machista, familias en situación de pobreza o disruptivas, menores infractores, etc.
Muchas veces parece que el Trabajo Social únicamente debe actuar cuando hay “algo que ha fallado”, pero yo pienso que nuestra disciplina es mucho más que eso: el Trabajo Social es también investigación, aportar conocimiento útil a la profesión y a la sociedad, es impulsar comunidades y entornos sostenibles, es desarrollo local, promoción del medio ambiente, es activismo y movilización para conseguir unas políticas más igualitarias, es luchar por la justicia social y por el bienestar de toda la población, y por tanto, no limitarse a actuar sobre situaciones de marginalidad o exclusión social.
– Has ganado el segundo premio TFM de la Cátedra Aguas de Huelva con un proyecto sobre trabajo social… 
– Este trabajo en concreto se encuadra dentro de un proyecto más amplio: “Metodología para la evaluación del impacto social de los campos de golf”, del cual es investigador principal el doctor José Andrés Domínguez Gómez, con el que empecé a colaborar ya en mi época de estudiante de Grado gracias a una Beca-Colaboración de la Secretaría de Estado de Educación, Formación Profesional y Universidades, y más tarde a través de la spin-off Eismethods S.L. José Andrés ha sido mi guía en lo académico, un profesor de los que te hace pensar, y no memorizar, el que me hizo ver más allá y con el que aprendí todo de la investigación social. Mis éxitos como alumno son el reflejo de su éxito como profesor.
– Háblanos de este proyecto.
– En mi TFM quise centrarme en la importancia del Trabajo Social en el análisis del contexto local previo a los proyectos de desarrollo, explicando por qué dicha disciplina tiene un papel relevante en los aspectos sociopolíticos susceptibles de afectar a una comunidad y su contribución a la sostenibilidad de los proyectos de desarrollo, tratando de realizar una propuesta metodológica de mejora del sistema participativo en el seno de los proyectos y la toma de decisiones a nivel local, y proponiendo para tal efecto el empleo de Análisis de Stakeholders y la integración en procesos de Evaluación de Impacto Social.
Para dotar a estos contenidos de una dimensión práctica, estudiamos el caso de los campos de golf de Cartaya mediante una metodología mixta, cuantitativa y cualitativa, a fin de ilustrar la diversidad y complejidad del contexto local y mostrar el relativismo de las diferentes posiciones respecto al caso de estudio. Los resultados reflejaron la influencia en las condiciones de vida de la comunidad y la importancia del nivel local como espacio de intervención del Trabajo Social para impulsar la gobernanza y la equidad social en los proyectos de desarrollo.
– ¿Cómo te sientes al haber ganado este premio?
– Muy feliz e ilusionado. Para mí ha tenido un valor muy especial, ya que el trabajo empezaba con un agradecimiento a mi madre, Mercedes Luchena. Aunque ella viene de la Filosofía, integra en su persona los valores del Trabajo Social: una persona buena y solidaria, con un gran compromiso social, íntegra, y siempre dispuesta a salir en la defensa de alguien ante una situación injusta. Ella me ha enseñado las mejores lecciones de mi vida sin que hicieran falta palabras para ello, únicamente con su ejemplo diario.
Creo que es un gran avance que cada vez más empresas, directamente o a través de sus fundaciones o cátedras, se animen a promover iniciativas de este tipo para jóvenes investigadores y estudiantes. Para conseguir un auténtico desarrollo sostenible y un progreso social las empresas privadas, los poderes públicos y la Universidad deben colaborar, teniendo como eje a las propias personas que integran la comunidad.
– Anteriormente también recibiste la distinción alumno 10C+ de la Cátedra Cepsa…
– Este reconocimiento se otorga al alumnado que no solo destaca por un buen expediente, sino por contar con habilidades y capacidades que van más allá de las estrictamente académicas. Al entrar en la Universidad de Huelva, alguien nos dijo: “Podéis simplemente pasar por la Universidad, o conseguir que la Universidad pase por vosotros”. Creo que he intentado aplicarme ese consejo. Conseguí el premio al mejor expediente de la promoción 2012-2016, pero además de eso, me impliqué de lleno en la vida universitaria: fui delegado de titulación de Trabajo Social, miembro de claustro, y colaborador en varios proyectos de investigación, llegando a presentar ponencias en varios congresos internacionales.
– ¿Qué te ha aportado este otro reconocimiento?
– El principal aporte fue el poder conocer a personas pertenecientes a distintas áreas de conocimiento: dirección de empresas, recursos humanos, ingeniería, psicología. Fue una experiencia muy enriquecedora, integrando perspectivas tan distintas y trabajando juntos aspectos como la creatividad, la gestión de equipos o el emprendimiento.

– Ahora trabajas en Huelva Acoge como coordinador del programa de Protección Internacional. ¿Cuáles son tus funciones? 
– Resumiendo mucho, a través de este programa, financiado por el Ministerio de Empleo y Seguridad Social, y cofinanciado por el Fondo de Asilo, Migración e Integración (FAMI) y el Fondo Social Europeo (FSE), gestionamos tres pisos de acogida destinados a familias refugiadas, con el objetivo de cubrir sus necesidades básicas a la vez que se trabaja en que puedan adquirir progresivamente habilidades y recursos suficientes para su inclusión social y el paso a una vida autónoma. Para ello, trabajamos junto con las familias de forma integral e interdisciplinar, desarrollando aspectos jurídicos, sociales, psicológicos, educativos y laborales, tanto de los adultos, como de los menores a su cargo. No debemos olvidar que las personas refugiadas han sido forzadas a abandonar sus países de origen a causa de la persecución (por su etnia, religión, opiniones políticas…) o la guerra, por lo que se trata de un proceso lento, pero muy satisfactorio a nivel personal y profesional.
– ¿Te gusta este trabajo?
– No solo me gusta, me apasiona. He tenido la suerte de coincidir con unas personas increíbles, que hacen que cada día vaya a trabajar con una sonrisa. Así todo es más sencillo. No tengo más que palabras de agradecimiento para mis compañeras, ellas son un ejemplo de las cosas bien hechas. Trabajadoras incansables que contribuyen cada día a que el mundo que nos rodea sea un poquito mejor, más justo y más humano. De ellas he aprendido que el “motor” que mueve las cosas es la ilusión, y mientras tengamos eso, siempre seguiremos avanzando.
– En relación a tu labor en Huelva Acoge, ¿te gustaría enviar algún mensaje?
– Me gustaría que la sociedad onubense diera el mismo cariño que me ha dado a mí a las personas refugiadas e inmigrantes. A veces, salen las estadísticas y parece que se habla de números, pero son personas lo que hay detrás, con nombres y apellidos, con historias que muchas veces encogen el corazón. Un gran paso es no tener miedo a alquilar un piso o dar trabajo a un extranjero, no alimentar prejuicios y rumores sobre la inmigración, y simplemente, tratar igual “al que viene de fuera”, con esa calidez, alegría y afecto que caracteriza a la gente de Huelva.
Debemos comprender que luchar por los derechos de los inmigrantes y refugiados es también luchar por nuestros propios derechos como ciudadanía. Y podríamos extrapolar esta máxima al resto de colectivos que sufren un trato injusto y discriminatorio en la sociedad que nos ha tocado vivir: luchar por nuestros propios derechos es luchar también por los derechos de la mujer, de las personas con diversidad funcional, de los inmigrantes, del colectivo LGTBI+… Avanzar como sociedad implica que las diferencias individuales se diluyan en una idea amplia de ciudadanía en la que no quepa un “ellos-nosotros”, sino simplemente un “nosotros”, amplio, inclusivo, capaz de acoger y respetar la diferencia.
– Muchas gracias.

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