viernes, 19 de noviembre de 2010

La atención integral centrada en la persona

Extracto de RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ, Pilar (2010). “La atención integral centrada en la persona”. Madrid, InformesPortal Mayores, nº 106. [Fecha de publicación: 04/11/2010].

Pilar Rodríguez es Asesora del Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad. En el presente documento argumenta a favor de mantener separado el sistema español de servicios sociales del sistema sanitario, aunque relacionados por una buena coordinación en la base. la autora no conisera adecuado construir un sistema sociosanitario integrado.

Recogiendo las diferentes aproximaciones que sumariamente se han descrito en los párrafos precedentes, se intenta en este apartado llegar a una definición de lo que se entiende ha de ser el modelo para atender a personas en situación de fragilidad o dependencia, cualquiera que sea su edad: la atención integral centrada en la persona.

Como aparece de forma recurrente en la literatura científica (por ejemplo, Leichsenring 2009), la atención integral, lo mismo que la atención centrada en la persona, es reclamada en la actualidad tanto por los servicios sanitarios como por los sociales, de manera que si se revisan los muchos informes, estudios o artículos científicos que se relacionan con las intervenciones y políticas dirigidas a las situaciones de discapacidad, envejecimiento o de dependencia se parte del objetivo de que las personas deben permanecer viviendo en su casa e integradas en su entorno, con el apoyo coordinado de los servicios y programas que requieran (salud, educación, atención social, vivienda, familia y allegados, ambiente, transporte, participación social, cultura, ocio…).

Sin embargo, en pocos lugares del mundo se produce de manera efectiva esa coordinación entre niveles y sistemas y, en especial, el de la atención sociosanitaria conjunta que requieren las personas que tienen una situación de dependencia. Los países pioneros en aproximarse a una atención integral centrada en la persona efectiva fueron los Países Nórdicos y Holanda. En el ámbito concreto de la atención sociosanitaria, se ha llegado en algunos de ellos a la plena integración de ambos sistemas, de manera que hacen depender de una organización única los sectores sanitario y social, incluyéndose también las políticas de vivienda. Por su parte, el modelo francés siempre se ha mostrado reacio al enfoque de la integración de servicios sociosanitarios, arguyendo en su contra el hecho de que normalmente cuando ésta se produce, la atención adquiere un sesgo predominantemente “sanitarizado” perdiendo peso e identidad la intervención social, que es la que tiene más posibilidades de realizar una atención verdaderamente centrada en la persona. Por lo tanto, en Francia se apuesta, en lugar de la integración, por la coordinación de servicios. a actuación más destacada en esta área ha sido el desarrollo de los denominados CLIC (comisiones mixtas de profesionales de la salud y de los servicios sociales) que funcionan en el ámbito local como apoyo al despliegue de su Ley de Prestación Personalizada para la Autonomía (APA).

En países como España donde se cuenta con una organización ya muy consolidada de su Sistema Nacional de Salud, y aunque con menos tradición, historia y sistematización, también de los Servicios Sociales, no parece adecuado decantarse por el modelo de integración sociosanitaria, lo que exigiría un enorme esfuerzo organizativo, normativo y presupuestario. Por tanto, debiera plantearse de manera definitiva un modelo válido de coordinación entre los servicios sociales y los sanitarios, sobre todo para aquellas situaciones de complejidad asistencial que requieren, al tiempo y de manera continuada, la atención de ambos. La atención a domicilio es uno de los ámbitos en los que sería más sencillo realizar esta coordinación, debido a que existen excelentes profesionales formados tanto en el marco sanitario (especial relevancia adquiere aquí la figura de la enfermera del Equipo de Atención Primaria), como en el de los servicios sociales (trabajador/a social y auxiliares de ayuda a domicilio). Y desde ambos sistemas de atención se desarrollan programas de atención a domicilio, por lo que la coordinación –y tal como se ha demostrado en las experiencias realizadas- no resultaría dificultosa.

En lo que afecta a la práctica efectiva de la atención centrada en la persona, como eje de las políticas de atención a personas mayores, con discapacidad, o a quienes tienen una situación de dependencia, puede afirmarse que han sido especialmente Dinamarca y Suecia los países que más han avanzado en la consolidación de este modelo, asentado en el aseguramiento del ejercicio de los derechos. Como muestra, baste destacar que durante el año 2010 se ha producido una iniciativa parlamentaria sueca para producir un nuevo cambio de su Ley Nacional de Servicios Sociales, de manera que se garantice de manera efectiva y no puramente declarativa la salvaguarda de la dignidad de las personas a las que se atiende. A efectos de intervención, esto se traduce en un respeto profundo por el sistema de valores y creencias de la persona: mantener su
propio estilo de vida, poner a su alcance aquello que les produce más bienestar, facilitarle la realización de actividades placenteras para ella, etc. Lógicamente, alcanzar estos objetivos requiere una tarea previa de conocimiento de la biografía personal y de sus percepciones subjetivas, etc.

Una variación de este enfoque puede encontrarse en el Reino Unido, donde se ha desarrollado una propuesta teórica denominada de “sistema completo”, que funcionaría cuando los servicios estén organizados en torno a la persona, cuando todas las partes reconozcan que son interdependientes y cuando comprendan que la acción de una parte del sistema tiene un impacto en el resto. La pretensión de esta propuesta es que las personas destinatarias de los programas los experimenten, efectivamente, como un continuo. Pero también se requiere para conseguirlo que todos los agentes del proceso y, en especial, los proveedores de servicios lleguen a compartir la visión, los objetivos, las actuaciones necesarias (incluyendo su reformulación), los recursos para su implementación y el riesgo que conlleva llevar adelante este cambio de paradigma.


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