jueves, 11 de febrero de 2010

Libro Blanco sobre el Diálogo Intercultural “Vivir juntos con igual dignidad"


El Movimiento Contra la Intolerancia nos ha hecho llegar su publicación Cuadernos de Análisis nº 37, dedicado al "Diálogo Intercultural y Derechos Humanos. Libro Blanco del Consejo de Europa". Copiamos aquí algunos textos (si te interesa el documento completo, pincha encima del título):

En el apogeo del “Estado-nación” en Europa, entre 1870 y 1945 aproximadamente, prevalecía la idea de que las personas que vivían dentro de las fronteras de un Estado debían asimilarse al modelo de vida predominante en el mismo, que servía de base para la socialización de las generaciones siguientes – en particular, a través de rituales nacionales, algunas veces nacionalistas. Sin embargo, en los últimos siglos, Europa ha vivido otras experiencias más positivas, por ejemplo, durante determinados períodos de la historia de Europa Central y Oriental, que nos ayudan a comprender el modo en que las diferentes culturas y religiones coexistían en la tolerancia y el respeto mutuos.

En lo que se convirtió en la parte occidental de la Europa dividida tras la guerra, la experiencia de la inmigración se asoció con un nuevo concepto del orden social, conocido como multiculturalismo. Este modelo preconizaba el reconocimiento político de lo que se percibía como un sistema de valores diferente (el de las comunidades minoritarias) al mismo nivel que el de la mayoría “de acogida”. Aunque el multiculturalismo se alejaba radicalmente del asimilacionismo, compartía con frecuencia la misma concepción esquemática de una sociedad estancada en una oposición entre mayoría y minoría; sólo difería del asimilacionismo en que defendía más bien la separación de la minoría que su asimilación a la mayoría.

La Declaración de Opatija (2003) rechazó este paradigma. Al definir la “diversidad cultural”, afirma que este principio no puede aplicarse exclusivamente en términos de “mayoría” o “minoría”, ya que este esquema pone de relieve las culturas y las comunidades, y las clasifica y estigmatiza de manera sistemática, hasta el punto de que el comportamiento social y los estereotipos culturales se asocian con la situación respectiva de los diferentes grupos. Las identidades que coinciden en determinados aspectos no son contradictorias; por el contrario, constituyen puntos fuertes y ponen de relieve posibles puntos de convergencia.

A pesar de las buenas intenciones que le impulsaron, muchos consideran en la actualidad que el multiculturalismo ha favorecido la segregación de las comunidades y la incomprensión mutua, y que ha contribuido al debilitamiento de los derechos de las personas – en particular, de las mujeres – dentro de las comunidades minoritarias percibidas como actores colectivos. Es preciso reconocer que la diversidad cultural de las sociedades actuales es un hecho empírico. Sin embargo, durante la consulta celebrada, los Estados interrogados señalaron en repetidas ocasiones que el multiculturalismo ya no era una política que gozaba de su beneplácito.

Ninguno de estos modelos, ni la asimilación ni el multiculturalismo, se aplica íntegramente en ningún Estado. Algunos de sus elementos se combinan con el nuevo paradigma interculturalista, que integra los mejores principios de ambos modelos. De la asimilación, adopta la prioridad que se concede a la persona, y del multiculturalismo, el reconocimiento de la diversidadcultural. Añade un nuevo elemento, esencial para la integración y la cohesión social: el diálogo, sobre la base de una igual dignidad y de valores comunes.

[...]

En el “Libro Blanco sobre el Diálogo Intercultural” se sostiene, en nombre de los gobiernos de los 47 Estados miembros del Consejo de Europa, que nuestro futuro común depende de nuestra capacidad para proteger e impulsar el respeto de los derechos humanos, tal y como están consagrados en el Convenio Europeo de Derechos Humanos, la democracia y el Estado de derecho, y para promover el entendimiento mutuo. Se defiende asimismo que el enfoque intercultural ofrece un modelo con visión de futuro para gestionar la diversidad cultural.

El diálogo intercultural tiene una importante función que desempeñar a este respecto. Por una parte, nos permite evitar las divisiones étnicas, religiosas, lingüísticas y culturales. Por otra, nos permite avanzar juntos y reconocer nuestras diferentes identidades de manera constructiva y democrática conforme a valores universales comunes.

Por diálogo intercultural se entiende un proceso que abarca el intercambio abierto y respetuoso de opiniones entre personas y grupos con diferentes tradiciones y orígenes étnicos, culturales, religiosos y lingüísticos, en un espíritu de entendimiento y respeto mutuos. La libertad y la capacidad para expresarse, pero también la voluntad y la facultad de escuchar las opiniones de los demás, son elementos indispensables. El diálogo intercultural contribuye a la integración política, social, cultural y económica, así como a la cohesión de sociedades culturalmente diversas. Fomenta la igualdad, la dignidad humana y el sentimiento de unos objetivos comunes. Tiene por objeto facilitar la comprensión de las diversas prácticas y visiones del mundo; reforzar la cooperación y la participación (o la libertad de tomar decisiones); permitir a las personas desarrollarse y transformarse, además de promover la tolerancia y el respeto por los demás.

Vamos a poner un ejemplo extraído del propio Libro Blanco. Se trata de la Igualdad de género como una de las condiciones del diálogo intercultural:

La lucha contra la desigualdad de género no debería dar lugar a estereotipos insidiosos. Es preciso subrayar que es injustificado establecer una relación entre “comunidades minoritarias” y “desigualdad de género”, como si todo fuera perfecto en la comunidad “de acogida” y todo lo que está relacionado con las minorías y las personas que practican ciertas religiones planteara un problema. Si la experiencia de las mujeres coincide en parte de una comunidad a otra, esto es precisamente porque ninguna comunidad tiene el monopolio de la igualdad o la desigualdad de género.

La igualdad entre las mujeres y los hombres confiere una dimensión positiva al diálogo intercultural. La complejidad de la identidad individual permite solidaridades que son inconcebibles desde una perspectiva comunitaria y estereotipada. El hecho de que la desigualdad de género sea una cuestión transversal significa que los proyectos interculturales en los que participan las mujeres pertenecientes tanto a una “minoría” como a la mayoría “de acogida” pueden basarse en experiencias comunes.
Y para acabar nuestra pequeña crónica sobre este tema tan apasionante, vamos a ilustrarnos un poquito, a través de la expresión artística, con un pueblo y una cultura a la que apenas conocemos de forma estereotipada a través de las películas. Los tuareg. En este caso, los tuareg del norte de Malí, que hace unos poco años llegaron a un acuerdo de convivencia con el gobierno de ese país. En África también pueden ponernos ejemplos de diálogo intercultural.




Tinariwen (en tamazight: los desiertos) es un grupo musical tuareg de Malí. Los miembros principales son Ibrahim ag Alhabib (Abraybone) y Alhousseini ag Abdoulahi (Abdallah), ambos cantautores y guitarristas, y la cantante Mina wallet Oumar.El grupo se presentó por primera vez en 1982, en un festival en Argel, con el nombre de Taghreft Tinariwen, que luego abreviarían en Tinariwen. Durante la rebelión tuareg de los años 1990, sus canciones eran un mensaje de esperanza y una llamada a la resistencia, y tuvieron una gran difusión en casetes.

Con la firma, en Malí, del Pacto National de 1992 y el regreso de la paz, Tinariwen actúa en varios festivales. El líder del grupo desde 1993 a 1999 fue Mohamed ag Ansar (Manny) que, en la actualidad, es el director del Festival del Desierto.



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